Me encuentro con una persona pobre de alma, disfrazada de diablo, para no lastimarse.
No todos pueden vivir en la realidad. Hay circos que se arman para engañar a los niños, es que en realidad hay un payaso que está triste y no es de verdad su sonrisa de temperas. 




. No se por qué, me da la sensación de que las calesitas siempre olvidan, pero pueden seguir igual andando. Andando y andando.
Yo nunca.
Es una película que se repite una y otra vez en mi cabeza, de imágenes que sin parar me muestran lo que está escondido atrás de tu vidriera. Yo sé que si compro tus promesas, después se rompen, 
o me rompen.


Qué lastima a veces pensar que si antes no te quisieron, ahora ya es tarde, no pueden quererte, ni ellos, ni nosotros. Ya no es verdad que salimos por el mundo a buscar aventuras, ovejas y montañas. 
Ahora el mundo es cruel y frio, porque nunca nos diste algo para abrigarnos.
Sí, vos.
Vos no lo hiciste.
Y aunque pequeñas y saltarinas, todas las flores crecieron igual, pero ya no les digas que vos les diste sol. El sol estaba y no gracias a vos. 
Y todos formamos parte de todos, no podemos negarlo, no importa el tiempo, no importa el lugar. Es inútil luchar contra eso.
Pero ya no soy una calesita. No puedo olvidar. Para recordar a los golpes. Para volver a olvidar arrancándome cada pasado, cada presente.



Y duele arrancarse los pequeños vidrios que quedaron del vaso que se cayó,
se rompió,
y nadie pudo volver a armar.


Todos creemos que en el fondo, el payaso quiere sacarse los botones de colores, para salir a correr libre, libre de su pasado, libre de los circos, que nunca le dieron risas verdaderas. 
Queremos creer que en verdad la esperanza no nos abandona en brazos de una resignación que nos abraza con una lástima azul que se vuelve parte de nosotros.


Pero después de tanto. Con vos, creer no nos lleva a ningún lado.
Nos deja perdidos en el medio de la noche, sabiendo que no te importa por dónde nos perdimos.
Por dónde nos caímos,
por dónde nos morimos.













No hay comentarios: